Mi tía MARÍA era más bien conocida como MARICHEN, que en el idioma alemán es el diminutivo simpático de María. Por las gravísimas condiciones en las que le tocó afrontar la vida, mi tía debió ser una mujer muy amargada. Ella, por el contrario, fue siempre una bellísima persona. Simpática, buena moza, culta y siempre optimista. Se hacía amiga de casi todas las personas con las que convivía. Servía como un lazo de unión entre todos los familiares.
Yo tenía alrededor de 18 años, estaba terminando mis estudios secundarios y me encontraba en el huerto de la casa de mi abuela Rosa. Mi tía MARICHEN y sus hijos Óscar y Nancho vivían un tiempo en Concepción y otro tiempo en Santiago. En esa tarde, mi tía estaba de visita en la casa de mi abuelita en Temuco y me trataba de convencer de que aceptara el regalo de mi abuela de irme a Alemania al término de mis estudios, o sea, antes de entrar a la Universidad. Me argumentaba que en Suiza me tratarían muy bien y que podría seguir estudiando en Europa y que ella y mi abuela Rosa tendrían información de los parientes de mi abuela y de mi abuelo Alberto. De pronto Hilda, que era ya como de la familia, la vemos que viene corriendo y dice que llegó un grave telegrama y lo entrega abierto a mi tía MARICHEN. Ella lo lee y se desmaya en mis brazos, la llevo en mis brazos al dormitorio y con mi abuela la atendemos dándole agua con unas gotas de valeriana y la hacemos recuperar la conciencia. Hilda nos dice despacito a mi abuela y a mí, el telegrama dice que mataron a Óscar en Concepción. Era la primera vez que veía a mi tía MARICHEN tan sin fuerzas y sin ánimo.
Anteriormente una banda de asesinos le mató a su marido, le quitaron el dinero de la herencia llegada desde Suiza quedando viuda muy jovencita, pero no se dio por vencida. Apareció el poderoso gene femenino y la hizo aterrizar y controlar su realidad objetiva haciéndola pensar en que lo más sagrado e importante eran para ella sus deberes de madre. Se dedicó abnegadamente a cuidar de alimentar, proteger y educar a sus dos hijos. El mayor de ellos, Óscar, fue una lumbrera de la selección del básquetbol de Temuco y posteriormente perteneció a la selección del básquetbol de Concepción, llegó a estar considerado como uno de los mejores del básquetbol chileno. Su hermano menor Hernán fue un simpático y serio comerciante establecido en Santiago. Se casó con Juana de la Cruz del Carmen Torres y fueron los padres de tres hijos: Rosa, Hernán y Claudia.
La tía MARICHEN terminó sus estudios secundarios con excelentes notas. Su belleza y un regalo de parte de sus familiares de Suiza de un pasaje en un Trasatlántico de Lujo de Valparaíso a Europa, por terminar exitosamente sus estudios, le hicieron cambiar parte de su vida. No realizó este viaje, ya que pudo más el amor con José que todo el resto del mundo con sus colosales ofertas. Esto está narrado en historiasderaul.blogspot.com y si quiere leerlo pinche el siguiente link:
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